Era Abril de 1990, en un lugar ubicado entre Santiago y La Banda, llamado “El Cruce” un grupo de jóvenes que asistían a la Parroquia Nuestra Señora de Lourdes impulsaba un proyecto de vida en búsqueda de un derecho humano y necesario: la educación.
De esta manera, nuestro Instituto comenzó a dar sus primeros pasos, cumpliéndose así el gran sueño de nuestro fundador Padre Juan Antonio Muñoz: brindar la posibilidad de una escuela secundaria, de la mano de la educación católica. Las primeras clases se llevaron a cabo en dos espacios cedidos por el entonces párroco Raul Hens, en la casa parroquial, y con la ayuda de otros colegios del obispado que donaron bancos para posibilitar esta tarea.
En el siguiente año, las aulas ya no serían suficientes ante el notable incremento de los alumnos que elegían nuestro instituto. También, la comunidad hizo sus aportes para beneficiar a nuestra ardua tarea. La Biblioteca (ubicada a pocos metros) perteneciente a la Asociación Vecinal de Villa Elena nos proporcionó un espacio adecuado para continuar con el dictado de las clases.
Se habilitó el 3er año en nuestro instituto y en consecuencia de la necesidad de sumar dos aulas más, un Sindicato de la Carne (ubicado a dos cuadras) se solidarizó con nosotros permitiéndonos usar su único salón de reuniones, y cada viernes había que armar y desarmar las mamparas que dividían las nuevas aulas.
Un lugar en ruinas… Una antigua fábrica de carbón, quebrada por la crisis económica de ese entonces, se convertiría en nuestra actual CASA.
A partir de entonces, empezaría el gran esfuerzo solidario del joven plantel docente, a fin de devolver con su dedicación y voluntad la confianza depositada en ellos por su fundador. Llevando así, la gran misión del docente católico: entregar no solo su formación docente, sino también su espíritu generoso, viéndose reflejado esto en su accionar. Felices fueron las tardes de verano en donde ellos, con tanta alegría y entusiasmo acondicionaban nuestra institución, con la esperanza de recibir a los estudiantes en mejores condiciones.
Fue en ese año, que con mucho orgullo y dedicación despedimos a la primera promoción de bachilleres. Quienes fueron los que vieron nacer y crecer a nuestra institución, cumpliéndose el gran sueño de su viaje de egresados a Foz de Iguazú, fruto de su esfuerzo económico plasmado en rifas, bingos, ferias de comida, etc.
El nuevo milenio nos encontraría con otra reforma. La Nueva Ley de Educación Federal nos traería nuevas propuestas en el aspecto pedagógico. En relación a la infraestructura, se realizó el tinglado en el patio, el escenario Juan Pablo II y el tapiado perimetral. A su vez, se dio la posibilidad a los estudiantes de elegir un nuevo uniforme, llegando a la conclusión de que el mismo seria de color rojo, con el logo y lema “Si a la Vida”. En lo socio – comunitario, se crearon proyectos orientados hacia el encuentro con la comunidad barrial, dictando clases de apoyo a niños y adultos, actos escolares fuera de la institución, logrando incluso la inauguración de una plaza para niños la cual lleva el nombre de un alumno fallecido.
Próximos a festejar nuestros 33 años nos preparamos para continuar y acrecentar este camino de vida institucional. Apostando a una educación en valores, como la libertad, igualdad, respeto por el prójimo y responsabilidad con su propia vida.
Iluminados y protegidos por Nuestra Patrona Nuestra Señora de Lourdes.